El informe de la consultora Deloitte de 2021 sobre “Índice de Acciones Sostenibles”, realizado sobre la base de una encuesta a 23.000 consumidores en varios países, confirma que la mayoría (72%) ve el cambio climático como una emergencia, pero lo importante es que esa misma mayoría está dispuesta a abordarlo activamente, en todos los aspectos de su vida: hogar, lugar de trabajo y comunidad.
El consumo sostenible es quizás una de las medidas más activas y eficientes contra el problema, y es lo que está impulsando, con tendencia creciente, la oferta de productos respetuosos con el medio ambiente en todos los sectores económicos, incluido el de la papelería.
El reciclaje y la reutilización de los productos ha sido el argumento recurrente de las pasadas ferias nacionales de la papelería y la oficina, como se hizo evidente en muchas de las novedades presentadas para la "Campaña VAC 2022", por no decir en todas en mayor o menor medida. Las intervenciones relacionadas con la ecología y la sostenibilidad van tomando cuerpo en forma de aprovechamiento de los desechos de la vida corriente como nueva materia prima (bolígrafos o gamas de carpetas), en el uso generalizado de embalajes reciclables y sin plásticos (blisters, cajas y expositores, pegamentos, rotuladores o portadas de cuadernos) y en el uso de plásticos de base biológica para el cuerpo de los bolígrafos y para los pegamento.
Fábricas y productos se preocupan por conseguir distintos certificados medioambientales y muchos requisitos ecológicos (certificaciones FSC®, PEFC™, Ecolabel, Blue Angel, Cradle to Cradle), y objetivos aún mayores se extienden a campos específicamente corporativos, como los procesos de producción, la logística o la contribución al desarrollo de las comunidades en las que se asientan. Todo para ser más “VERDES”, avanzando en la estrategia ”Hacia una Europa sostenible en 2030” y al rescate de este único PlanetA AZUL.
¿Cómo acoge el mercado los productos ECO?
Según la consultora alemana PwC, el 65% de los jóvenes europeos de la llamada Generación Z –es decir, de los nacidos de 1997 en adelante– tiene en cuenta la sostenibilidad cuando compra. En Reino Unido, por ejemplo, a lo largo de los últimos cinco años la demanda de productos sostenibles se ha multiplicado ¡por 8!, según un Análisis Global encargado por WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) en 2021.
En España, la consultora Accenture cifra en un “60% los consumidores que afirman realizar compras de marcas socialmente responsables”, y un estudio* llevado a cabo entre 3.000 personas representativas, con ocasión del Día Mundial de los Derechos del Consumidor, afirma que el “contexto pandémico ha empujado un aumento considerable del nivel de exigencia de los consumidores españoles, aún cuando la enorme variedad de información que encuentran en los productos, cuando van a comprar, se haya convertido en un quebradero de cabeza para ellos ”. Hay quizás un exceso de certificados (según la OCU, existen más de 450 ecoetiquetas en el mercado español) y es muy difícil entender el significado de todas ellas. Muchas certificaciones en un mismo producto puede abrumar al consumidor, pero aún así un 49% de los españoles confía en las certificaciones, y sólo el 10% desconfía abiertamente de ellas.
Las certificaciones son un indicador principal en el que se fija el comprador para saber si está frente a un producto eco-responsable, pero también considera:
• Si está libre de plásticos.
• Si el producto se ha fabricado sin explotación infantil (importante para un 57%).
• Si se ha fabricado en España, por el valor del comercio de proximidad (54%).
• Si garantiza que no se ha experimentado con animales.
• Y si puede ser considerado dentro del circuito de comercio justo.
* “Nuevo estudio sobre el consumo sostenible en España”. Elaborado por ClicKoala y publicado por Retama (Revista Técnica de Medio Ambiente).